SUETONIO TRANQUILO
Colombia y Venezuela han vuelto a estrecharse las manos a través de sus respectivos presidentes, diciéndose mutuamente que creen con sinceridad lo que el otro dice. Y no es cierto. Ni el Presidente Santos cree que el Comandante es sincero cuando dice que no apoya a la guerrilla colombiana ni éste ha dejado de sentirse incómodo por el uso que de las bases militares colombianas puede hacer EEUU. Pero los dos han decidido hacer como el avestruz en aras de obtener las ventajas que le otorga la reanudación de las relaciones pacíficas y tranquilas.
¿Qué gana Colombia? Como primera medida, a nivel suramericano, Colombia deja de ser el niño buscapleitos de la clase; eso por sí sólo le da la posibilidad de abrirse más dentro del vecindario donde puede ser recibida por cualquier otra nación sin el temor de ofender a Venezuela; en segundo lugar, luego de las públicas declaraciones del Presidente Chávez, éste se verá obligado a pedirles a las FARC que reemplacen los campamentos permanentes por unos móviles, de manera que ya no sea un refugio de veraneo sino un lugar estratégico de paso y, además, no podrá suministrarles armas de su ejército sino que tendrá que entregarles dinero, escaso en Venezuela por esta época; en tercer lugar, como ya no está acusando a nadie, Colombia podría presentar en Unasur un proyecto para que las naciones del subcontinente aprueben o mejor hagan una declaración unánime rechazando los grupos armados ilegales sin importar su procedencia ni su inclinación política.
Por otra parte y ante la proximidad de las elecciones en Venezuela, es muy probable que Cavidi agilice los pagos a empresarios colombianos y que mejoren las compras de insumos primarios favoreciendo al agro, tan golpeado por este distanciamiento; esto en el mediano plazo comenzará a verse reflejado en el mejoramiento del índice de desempleo de la región fronteriza. A la vez, los compatriotas que viven en Venezuela o que cruzan a diario la frontera para trabajar podrán sentirse más tranquilos, sin el acoso de las autoridades vecinas; además en un cercano futuro es posible que autoricen más divisas, para los venezolanos que pasan la frontera a hacer sus compras, reactivando de esta forma el comercio fronterizo colombiano.
¿Y Venezuela que obtiene? Primero se quita la sombra de duda que pudiera existir en algunos países, ya que si el afectado está dispuesto a aceptar las palabras del Sr, Chávez como ciertas, pues todos los demás tienen que hacerlo también y de paso, se entierra la idea de la verificación internacional que ya había comenzado a tomar forma en la mente de algunos presidentes. En lo económico, podrá comenzar a recuperar el mercado colombiano de aluminio, acero y petroquímicos, bastante afectado durante este período y, que contrario a lo que sucedió con algunas exportaciones colombianas que se reorientaron a otros mercados, éstos productos venezolanos, no lo lograron.
En cuanto a la política interna, la llegada de los productos agrícolas colombianos, aliviará la grave escasez alimenticia que actualmente enfrenta el país y es posible que contribuya a disminuir algo el alto índice inflacionario que erosiona los ingresos de los menos favorecidos; como consecuencia de ello, el oficialismo venezolano podrá enfrentar con más tranquilidad las próximas elecciones legislativas.
Así que vistas las ventajas que para las dos naciones tiene este arreglo, y lo oportuno que resulta tanto para quien enfrenta unos inminentes comicios como para quien comienza a gobernar con el índice de desempleo más alto de Suramérica, éste compromiso de amistad, comprensión y tolerancia es el acuerdo más benéfico que podían hacer, sin que ninguno tuviera que agachar la cabeza.
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