SUETONIO TRANQUILO
“Es imposible ser libre y esclavo a la vez… Yo
abandono a vuestra soberana decisión la reforma o la revocatoria de todos mis
estatutos y decretos; pero yo imploro la confirmación de la libertad absoluta
de los esclavos, como imploraría mi vida, y la vida de la República”
Simón BolÍvar
Congreso de Angostura
1819
Aunque la esclavitud
es casi tan antigua como la historia de la humanidad, ésta sólo se vino a
institucionalizar en América con la llegada de los españoles y su desmedida
ambición por las riquezas del nuevo mundo, las cuales se propusieron explotar con
voracidad y avaricia usando al comienzo a los aborígenes cuya población comenzó
a diezmarse con rapidez, debido principalmente a las enfermedades contagiosas
traídas por los europeos; circunstancia que los obligó a importar abundante mano de obra, dando origen a la esclavitud organizada.
En 1518, se inició el tráfico trasatlántico cuando Carlos V
otorgó licencias llamadas asientos que permitían a algunos comerciantes llevar
esclavos africanos a las colonias, debiendo pagar un impuesto que en un
comienzo fue de dos ducados, pero que al pasar los años se fue incrementando
hasta los 30 ducados por cabeza, cobro que se garantizaba mediante el registro minucioso
que llevaba la Casa de Contratación de Sevilla, escala obligatoria del
comercio. La primera llegada conocida de
esclavos a territorio colombiano fue en 1526, cuando el señor Juan Ruiz recibió
permiso de traer a Santa Marta, dos esclavos exentos de impuesto; fue también
aquí que se presentó la primera rebelión en 1529 causando la destrucción de la
incipiente ciudad y originando el primer palenque, La Ramada. Reconstruida al año siguiente, en 1550 sufrió nuevamente
los estragos de otra revuelta africana.
Pero las continuas insurrecciones nunca desanimaron a los
españoles, pues la necesidad creciente de mano de obra, y el expreso mandato
del rey de no esclavizar a los indios, los
impulsaba a seguir trayendo africanos a un ritmo cada vez mayor destacándose en
un principio los comerciantes de Portugal, Holanda y Francia quienes solían
traerlos de Guinea, Congo, Angola y Sierra Leona.
El pago del impuesto se efectuaba por cabeza de las llamadas
“piezas de indias”, o sea el número
de africanos que efectivamente llegaban con vida menos los descuentos por
imperfecciones, por lo que el sólo paso por Sevilla no era suficiente para
controlar a los asentistas, de manera que en 1595 se estableció a Cartagena
como único puerto de llegada y centro de distribución en las Indias; pero el negocio
crecía tan rápido y la congestión era de tal magnitud que para 1605, fue
necesario autorizar a Veracruz como puerto alterno, a la vez que se suprimió el
paso por Sevilla para facilitar el comercio.
Aún así, la demanda superaba largamente la oferta, dando
lugar al contrabando por los puertos de Santa Marta, Riohacha y Tolú; y se
tiene conocimiento de algún tráfico incluso por Buenaventura, Charambirá y Gorgona
entre los años 1640 y 1650, cuando muchas otras naciones con autorización o sin
ella entraron también en el negocio perdiendo España el control que pretendía
tener. Todas estas circunstancias hacen
imposible determinar con algún grado de certeza, cuántos africanos entraron a Colombia;
pero el padre Claver afirmaba haber bautizado más de 300.000 en Cartagena.
CAPTURA,
TRANSPORTE Y VENTA
En un
comienzo los europeos trataron de cazar africanos para el comercio, pero luego
descubrieron que era más económico y menos riesgoso intercambiar mercancías por
esclavos, debido a que la continua beligerancia entre las tribus africanas, había
creado la costumbre de esclavizar a los vencidos, parte de los cuales comenzaron
a ser usados como medio de pago para adquirir armas y herramientas elaboradas
en Europa.
Desde el momento de la captura por parte de los europeos, los
prisioneros permanecían enlazados de a dos o más mediante grilletes aplicados al
cuello o los tobillos y encerrados en las llamadas factorías, que no eran otra
que unos cobertizos más acordes para corral de animales que para vivienda de
personas; allí permanecían los días que tuvieran que esperar para que se
completara el cupo del bergantín, que podía ser entre 250 y 500 individuos.
Aún encadenados eran
arrojados a la sentina o a cualquier otro espacio disponible, atiborrados como
bultos, sin higiene o consideración alguna, por lo que muchos se enfermaban
e incluso algunos fallecían durante el
largo y tormentoso viaje. Al llegar a América
los hacinaban en barracas húmedas, estrechas y malolientes donde pretendían
engordarlos un poco, antes de ponerlos en venta luego de marcarlos como
animales con hierros candentes con la “CR” de la Corona Real en el pecho y las
iniciales del asiento en uno de los omóplatos; aunque algunos bárbaros
colocaban su marca en la cara. Mediante
ésta inclemente señalización se demostraba la legalidad de su ingreso y el pago
por parte del asentista del impuesto respectivo a España.
Para
determinar el precio en la subasta, además del sexo y la edad, intervenían dos
factores adicionales que eran el palmeo y la redhibición. El primero consistía en colocar un listón
previamente marcado con los palmos para determinar mediante éstos, la altura
del esclavo y a partir de esa medida, comenzar a descontar de acuerdo a los
defectos, enfermedades, limitaciones, etc.; de esta forma se determinaba si el
individuo alcanzaba a ser una “pieza de indias”, expresión con que se designaba
el tamaño mínimo requerido para establecer la cantidad de africanos traídos. Esta medida era importante no sólo para determinar
su valor, sino también para definir los impuestos a pagar; ya que para ser una
pieza de indias, debía tener al menos siete palmos (aprox. 1,50 m). El total de palmos que midieran los negros de
un embarque, menos el total de descuentos dividido entre siete, debía arrojar
el cupo asignado al asiento y el tributo correspondiente. La redhibición como su nombre lo indica,
otorgaba al comprador la posibilidad de deshacer el negocio, si en el plazo
pactado, generalmente de dos o tres meses, encontraba defecto no declarado. Además de los anteriores factores, había otra
circunstancia que podía influir en el precio, como era la clasificación que se
le pudiera otorgar por conocimiento y destreza; dentro de la cual existían
cuatro categorías: todos los recién llegados, eran considerados inexpertos y se
les conocía como bozales, pero si ya
hablaba español, su valor aumentaba y se les llamaba ladinos; a los torpes y poco diestros se les decía bozalones y muleques a los veteranos y hábiles.
El esclavo se hallaba en una situación ambivalente, ya que
si bien era considerado como simple mercancía cuya propiedad se trasladaba
mediante acta rubricada por escribano o alcalde; como ser humano, se le exigía
discernimiento en el desempeño de su trabajo y adecuado comportamiento; de
manera que por una parte su vida se regía por las normas comerciales, sin
importar si al venderlos se rompiera la unidad familiar o se estuviera dejando
a menores sin madre, y por la otra, había leyes que le impedían su libre movilidad, regían su conducta e
imponían severos castigos a cualquiera que osara rebelarse; de todas formas las
leyes estaban en su contra.
CASTIGOS
El amo tenía
todo el derecho de sancionarlos a su criterio, lo que principalmente hacían
azotándolos hasta la pérdida del conocimiento; pero el castigo más cruel era el
cepo, que consistía en una viga horizontal con agujeros en los cuales se
aseguraban los pies de manera que la espalda o el pecho, quedaba soportado sobre
dos tablones separados, con el tronco a un nivel más bajo que los pies. En esta inhumana posición, debían permanecer
durante varias horas o incluso días, causándoles graves lesiones y en casos
extremos, incluso la muerte.
REBELIONES
DE ESCLAVOS
Esta
situación de sometimiento, de trato inicuo, de vejaciones, de trabajos
forzados, de mala alimentación, recibiendo como única compensación castigos
crueles y sin poder visualizar alguna esperanza de cambio, sólo podía conducirlos
a la búsqueda incesante y muchas veces violenta de su libertad. De hecho fueron muchas las fugas a todo lo
largo y ancho de la geografía nacional.
Estos esclavos escapados eran llamados cimarrones, quienes al lograr liberarse se refugiaban en lugares de
difícil acceso y constituían asentamientos independientes llamados palenques, los que existieron por todo
el país. Entre los nombres más
sobresalientes está Barule quien con Antonio y Mateo Mina en 1728 organizaron
el palenque de Tadó; pero el más sobresaliente de todos fue Benkos Biojó quien
en el siglo XVII fundó uno en la Sierra de la María, llegando a alcanzar tal poder
que el rey de España se vio precisado a nombrarlo rey de esa agrupación y a
ordenar que ni él ni su gente fueran molestados, a cambio de que se
comprometiera a que sus palenqueros no causaran más desórdenes e inestabilidad
en la comunidad.
POSICIÓN DE
LA IGLESIA
Pese a que
la esclavitud es un abominable sistema de explotación ajeno al sentimiento
cristiano de amor al prójimo, la Iglesia nunca se opuso, y antes por el
contrario, era normal que los religiosos tuvieran esclavos como sirvientes
domésticos. Para ellos la igualdad de
los seres humanos era en el cielo, pero en la tierra, existía superioridad
europea. La justificación de este
comportamiento se basaba en que se consideraba a los africanos como
descendientes de Cam y por lo tanto infieles; de manera que al sacarlos de su
ambiente y traerlos a la “civilización”, se les favorecía dándoles la
oportunidad de cristianizarse para salvar su alma; y para su mayor tranquilidad
de conciencia, se asumía que ésta era una forma eficiente de lograr la
evangelización de mas personas para la gloria de Dios.
MANUMISIÓN
La eliminación
de la esclavitud en Colombia fue un proceso largo que inició en 1812 y culminó
el primero de enero de 1852. Durante
este período se hicieron algunos intentos y promesas fallidos; desde la
abolición en las constituciones de Cartagena y Antioquia, hasta los ofrecimientos
tanto de los ejercitos criollos como de los españoles de otorgarles libertad a
los negros que engrosaran sus respectivas filas. Sólo el 19 de julio de 1821, contra la
voluntad de los esclavistas, se pudo aprobar la LEY DE VIENTRES, que en sus dos
primeros artículos dice:
·
Art. 1° -
Serán libres los hijos de las esclavas que nazcan desde el día de la publicación
de esta ley en las capitales de provincia; y como tales se inscribirán sus
nombres en los registros cívicos de las municipalidades y en los libros
parroquiales.
·
Art. 2° -
Los dueños de esclavos tendrán la obligación precisa de educar, vestir y alimentar
a los hijos de éstas, que nazcan desde el día de la publicación de la ley; pero ellos en recompensa, deberán
indemnizar a los amos de sus madres los gastos impendidos en su crianza con
sus obras y servicios que les prestarán hasta la edad de 18 años cumplidos.
También
quedó prohibido mediante esta ley, el comercio de esclavos, permitiéndose sólo
la llegada de nuevos africanos que lo hicieran en compañía de su amo y con la
promesa de no hacerlos objeto de comercio.
En concordancia
con el pensamiento libertario reinante, en 1825 se establecieron severas
sanciones a los nacionales que negociaran con esclavos, e incluso a los extranjeros
que lo hicieren hallándose en territorio colombiano. En los años 1828 y 1839 se reglamentó el
funcionamiento de las Juntas de Manumisión y se establecieron los
procedimientos para la liberación de los nacidos a partir de 1821; así como la
obligación de darles empleo, enseñarles un arte y en última instancia, su
vinculación al ejército en caso de que no quisieran seguir trabajando para los
anteriores amos y no tuvieran un oficio definido.
Pero cuando
todo parecía comenzar a funcionar, se presentó la llamada Guerra de los
Supremos, con la consecuente llegada al poder de personas más conservadoras,
quienes con el apoyo y la presión de los esclavistas payaneses reversaron los
logros obtenidos hasta el momento; y fue así como el 28 de noviembre de 1843 se
promulgó una ley mediante la cual se autorizaba nuevamente el comercio negrero,
se establecían fuertes castigos para los sediciosos y vagos, y dejaba sin
vigencia la Ley de Vientres.
Finalmente
el 21 de mayo de 1851, siendo presidente José Hilario López, se expidió la Ley de Manumisión, poniendo punto final a la
esclavitud, así:
Artículo Primero – Desde el primero de enero de
mil ochocientos cincuenta y dos, serán libres todos los esclavos que existan en
el territorio de la República. En consecuencia desde aquella fecha gozarán
de los mismos derechos y tendrán las mismas obligaciones que la Constitución y
las leyes garantizan e imponen a los demás ciudadanos.
Lo insólito
de esta ley, es que en lugar de proporcionar apoyo económico y educativo a
quienes habían sido ofendidos, ultrajados y explotados por muchos siglos,
fueron los amos opresores quienes se vieron favorecidos mediante el pago por
cada esclavo liberado. De todas formas,
de aquí en adelante, los negros tuvieron, si no una igualdad real, al menos comenzaron
a gozar de una libertad, que de aquí en adelante ya no volvería a serles
arrebatada, sino que más bien quedaría garantizada por las sucesivas
constituciones:
·
Constitución de 1863 – Artículo 12 – No habrá esclavos en los EEUU de Colombia.
·
Constitución de 1886 – Artículo 22 – No habrá esclavos en Colombia. El que siendo esclavo, pise territorio de la
República quedará libre.
·
Constitución de 1991 – Artículo 13 – Todas las personas nacen libres e iguales
ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán
de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna discriminación
por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión,
opinión política o filosófica.
Artículo 17 – Se prohíben la esclavitud, la servidumbre y
la trata de seres humanos en todas sus formas.
DISCRIMINACIÓN
Pese a los
esfuerzos legislativos en favor de los afrocolombianos, persiste una marcada
discriminación hacia la población de tez más oscura, pese a que en el país hay
una población mayoritariamente híbrida, con mínima proporción de raza blanca. Esta situación se puede observar fácilmente
leyendo la prensa donde encontramos con una frecuencia mayor a lo que cabría
esperarse en una nación tan diversa, noticias sobres actos discriminatorios en sitios
públicos; como también es frecuente escuchar comentarios como “trabaja como
negro”, o “negro tenía que ser”, etc., y más reprochable aún son las
expresiones de importantes políticos como las registradas recientemente:
“La plata que uno le meta al
Chocó es como meterle un perfume a un bollo” Rodrigo Mesa, diputado de
Antioquia, mayo de 2012. (La población del departamento del Chocó es
mayoritariamente afrodescendiente y bollo en el léxico del interior del país
quiere decir heces)
“Siendo sinceros, grupos difíciles de
manejar en un gobierno, como los desplazados, negritudes e indígenas, que son los más difíciles de manejar, son
tres cánceres que tiene el gobierno nacional” Fernando Delgado, concejal de
Marsella, Risaralda, agosto de 2012.
“No ingresa nadie,
funcionario, asesor de los concejales, porque esto se nos está volviendo una
merienda de negros” Jorge Durán,
concejal de Bogotá, agosto de 2012.
Y para rematar tenemos
este aviso en la ventana de una casa en el barrio Suba de Bogotá, septiembre de
2011
ELEMENTOS QUE
FUERON USUALES DURANTE LA ESCLAVITUD
TABLA DE PALMOS ACTA DE VENTA
HIERRO DE LA CORONA GRILLETE