domingo, 18 de diciembre de 2011


 

Muerte del Libertador Simón Bolívar

En el día de ayer, 17 de diciembre de 2011, se cumplió un año más de la muerte de quien fuera, junto con San Martín, artífice de la cristalización de los anhelos de libertad de los pueblos de Sur América; por este motivo he querido conmemorarlo transcribiendo un  artículo escrito por el historiador Alberto Hinestroza Llanos y publicado en el periódico Hoy Diario del Magdalena el 18 de diciembre del presente año.
Suetonio Tranquilo

 

 

EN EL CARIBE MURIÓ SIMÓN BOLÍVAR


Alberto Hinestroza Llanos
Presidente Fundación Periodistas
Bolivarianos de América

Ayer fue una fecha muy especial para quienes nos encanta la historia, ya que el 17 de diciembre de 1819 se creó jurídicamente nuestra amada patria en el histórico Congreso de Angostura, iniciando con ello una vida republicana que se acerca al bicentenario (200 años).
Curiosamente el 17 de diciembre de 1830, murió en Santa Marta el fundador de nuestra amada Colombia, don Simón Bolívar Palacios.  El reloj marcaba la una tres minutos de la tarde, y su deceso se produjo en la habitación principal de la Quinta de San Pedro Alejandrino, ante la presencia de su médico general Alejandro Próspero Reverend, a quien debemos todos los detalles sobre su penosa agonía, y los últimos minutos de vida ante sus amigos.
El 16 de diciembre a las nueve de la noche, según el boletín médico que expidió Reverend, indicaba claramente que el trance de la muerte del Libertador había comenzado.  “Todos los síntomas de la enfermedad de S.E. han vuelto a exasperarse; además se le ha notado otro síntoma malo, y es que ha hecho orines ensangrentados.  La respiración es más trabajosa y apenas han purgado los vejigatorios, principalmente los de las pantorrillas.  Frotaciones espirituosas en los extremos, antiespasmódicos al interior, etc. Sagú por alimento.”
Su sobrino Fernando, había comentado que “al medio día comenzó a delirar, agravándose más por la noche”.  En la mañana del 17, otro informe de su médico, indica que: “Todos los síntomas están llegando al último grado de intensidad; el pulso está en el mayor decaimiento, el fácis está más hipocrático que antes; en fin, la muerte está próxima…”  Desde aquella hora, todos sus amigos se agrupan en la sala contigua a la habitación donde agonizaba el Libertador.  Hablan silenciosamente y comentan con el general Mariano Montilla, la gravedad eminente.  Ese día el médico Reverend, tuvo que salir a atender al Obispo Estévez, que se encontraba enfermo, pero regresó a la Quinta, donde volvió a estar a la cabecera de su lecho y retenía en la suya, la mano del Libertador, “que ya no hablaba sino de un modo confuso.”
En la memoria escrita por el galeno, quedó el testimonio de aquellas horas: “Sus facciones expresaban una perfecta serenidad; ningún dolor o seña de padecimiento se reflejaba sobre su noble rostro”.
Cuando advertí que ya la respiración se ponía estertorosa, el pulso de trémulo casi insensible, y que la muerte era eminente, me asomé a la puerta del aposento, y llamando a los generales, edecanes y los demás que componían el séquito de Bolívar: “Señores, exclamé, si queréis presenciar los últimos momentos y postrer aliento del Libertador, debéis entrar ya”.
Se acercaron entonces, temerosos y acongojados, algunos de los que ayer asistieron a su lado a la empresa prolongada y temeraria del valor heroico; oyeron trémulos el ronquido que le había comenzado a las doce: fue declinando en tonalidad el angustioso estertor, era profundo como si se arrancara de las honduras del dolor en el abismo, y apenas era un soplo cuando “a la una de la tarde expiró el excelentísimo señor Libertador, después de una agonía larga pero tranquila”.
El sepulcro estaba abierto aguardando la ilustre víctima, y hubiera sido necesario hacer un milagro para impedirle descender a él.
San Pedro, diciembre 17 de 1830, a las 8 de la noche. Alejandro P. Reverend.
Luego vendría la autopsia que se le practicó en el patio contiguo de la casa principal, donde el médico Reverend le extrajo el corazón y lo depositó en una caja de hierro, el cual, el día de su sepultura (el domingo 20 de diciembre) fue colocado sobre la caja de madera que contenía su cuerpo.
Con ese corazón fue que supo amar a la patria, y a las mujeres que conquistó a través de su vida, entre ellas, Manuelita Sáenz quien fue la que más le supo comprender y defender; y a quien una vez llegado a Santa Marta, y reposado del penoso viaje que tuvo que soportar por el mar desde el  puerto de Sabanilla, el 3 de diciembre, sacó fuerzas desde el interior de su corazón y le escribió la última carta a su amada Manuelita Sáenz, con la que concluyó el más sentido y bello epistolario amoroso escrito en lengua castellana.
A Manuela Sáenz:
El hielo de mis años se reanima con tus bondades y gracia.  Tu amor da una vida que está expirando.  Yo no puedo estar sin ti.  Yo no puedo privarme voluntariamente de mi Manuela.  No tengo tanta fuerza como tú, para no verte.  Apenas basta una inmensa distancia.  Te veo aunque lejos de ti.  Ven, ven, ve luego.  Tuyo del alma.
Bolívar.
Sólo el viento con el susurro de las palmeras y la  orquestación del mar, respondió a los angustiosos llamados de genio de América.  Ese fue su adiós…
Luego escribió para todos los colombianos la hermosa proclama, que es un verdadero ejemplo del amor que supo darle a la libertad y a la patria; sus últimos párrafos son proféticos y dignos de recordar en este aniversario de su muerte: “¡Colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la patria.  Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro…”

sábado, 5 de noviembre de 2011

CALENDARIO GREGORIANO


SUETONIO TRANQUILO


ANTECEDENTES

Antes de comenzar a estudiar el calendario gregoriano, es menester hacer una breve introducción sobre su origen y las circunstancias que llevaron a su desarrollo. Cuando el cristianismo dejó de ser perseguido y comenzó a extenderse hasta convertirse en la religión oficial del Imperio Romano, el calendario usado era el juliano de tres cientos sesenta y cinco días, mas uno extra cada cuatro años; y con base en él, el Concilio de Nicea de 325 estableció que la Pascua debía celebrarse el primer domingo después del primer plenilunio posterior al equinoccio de primavera en el Hemisferio Norte, el cual en ese año fue el 21 de marzo; pero debido al desfase de aproximadamente 11 minutos por año del calendario juliano, éste se adelantaba más o menos tres días cada cuatrocientos años, de tal forma que para 1582, el comienzo de la primavera se había adelantado 10 días por lo que ya no se cumplía estrictamente con lo estipulado en el Concilio de Nicea.
Ésta situación ya había sido observada por el Papa Paulo III quien en 1545 convocó el Concilio de Trento para, entre otros muy diversos temas, resolver el problema del desplazamiento del Domingo de Pascua; éste concilio decidió finalmente en 1563 que se debía estudiar una reforma al calendario para que la Pascua se volviera a celebrar de manera estable y de conformidad con lo estipulado en Nicea; pero no fue sino hasta el papado de Ugo Buoncompni, quien asumió en 1572 con el nombre de Gregorio XIII, que se creó la Comisión del Calendario formada por varios eruditos de la época, entre los que se destacaron Luis Lilio, médico, astrónomo, y cronologista italiano, y Cristóbal Clavio sacerdote jesuita, astrónomo y matemático alemán. En 1576 fue presentado el proyecto de reforma que finalmente recibió aprobación el 14 de septiembre de 1580, luego de ser revelado y explicado a los reyes de las naciones católicas.
INTER GRAVISSIMAS
La reforma al calendario fue ordenada oficialmente el 24 de febrero de 1582 mediante la bula papal denominada Inter Gravissimas, por sus dos palabras iniciales en latín, para ser puesta en marcha en octubre del mismo año. Básicamente, se decretaban dos reformas al calendario juliano consistentes en suprimir los días que éste se había desplazado con relación al equinoccio y establecer un método para que éste desfase no volviera a suceder. Para ello se determinó que al jueves cuatro de octubre de 1582 del calendario juliano le seguiría el viernes 15 del mismo mes y año como primer día del nuevo sistema, por una parte; y por la otra, se decidió que en adelante serían bisiestos los años cuyos últimos dos dígitos fueran divisibles exactamente por cuatro, menos los terminados en doble cero, excluyendo de éstos últimos los divisibles por cuatrocientos. De manera que los años 1600, 2000, 2400, etc., son bisiestos, no así los años 1700, 1800, 1900, etc. A este calendario se le ha denominado gregoriano y es el referente internacional, pese a que muchas naciones tienen calendarios propios con meses y años completamente distintos a los gregorianos. Ésta reforma fue de inmediata aplicación en las naciones católicas de occidente, no así en los países con predominio protestante, ortodoxo, anglicano o copto; sin embargo, poco a poco su uso comenzó a extenderse por todo el mundo y hoy es conocido y manejado por todas las naciones. El calendario gregoriano, conservó los mismos nombres de los meses y días del calendario juliano, así como el número de días por mes, es decir:
ENERO 31
FEBRERO 28, 29
MARZO 31
ABRIL 30
MAYO 31
JUNIO 30
JULIO 31
AGOSTO 31
SEPTIEMBRE 30
OCTUBRE 31
NOVIEMBRE 30
DICIEMBRE 31
NUMERACIÓN DE LOS AÑOS Y LOS DÍAS
Los primeros cristianos continuaron numerando los años de acuerdo con la tradición romana, es decir, mediante los ordinales haciendo referencia al gobernante de turno, pero cuando el Papa Juan I, encargó a Dionisio el Exiguo (monje matemático y teólogo de origen rumano) la elaboración de las nuevas tablas de Pascuas, éste en 532 presentó no sólo las nuevas tablas sino que además las relacionó con la fecha de nacimiento de Jesús, que él calculó como sucedido el 25 de diciembre de 753 AUC (desde la fundación de Roma, por sus siglas en latín) , por lo que decidió que el 754 AUC sería el primer Anno Domini Nostri Iesu Cristi (AD) y de ahí en adelante continuó la numeración de la Era del Señor; sin embargo, no fue sino hasta que el Venerable Beda, en 731, utilizó esta datación en su Historia eclesiástica gentis Anglorum que se comenzó a difundir por toda Europa el concepto de la numeración consecutiva de los años a partir del nacimiento de Jesús. En el español actual preferimos utilizar las expresiones “antes de” y “después de” Cristo (aC y dC), para referirnos a los años transcurridos antes o después de su nacimiento. Cabe anotar que Dionisio no estableció año cero, de manera que al 31 de diciembre del año 1 aC, le sigue el 1° de enero del año 1 dC., por lo que los decenios, siglos y milenios terminan en cero.
Los días, en cambio, aunque comenzaron a ser numerados en el siglo VI, no fue sino hasta bien entrada la Edad Media, que se impuso este sistema, aunque hay registros de documentos de esta época fechados usando festividades locales, e incluso según el sistema romano, que consistía en datar con relación a los tres días que ellos usaban como referencia, kalendas, nonas é idus.
CARACTERÍSTICAS DEL CALENDARIO GREGORIANO
El año gregoriano medio consta de 365,2425 días, mientras que el año trópico es de 365,24219, lo que quiere decir que se adelanta 26 segundos por año, esta diferencia implica un desajuste de un día en 3300 años, pero por ser un período de tiempo tan prolongado, su incidencia es mínima por lo que no se ha visto la necesidad de hacer alguna corrección, máxime si se tiene en cuenta que la tierra tiende a desacelerarse, por lo que es posible que para esa época ya la diferencia no sea tan grande y si lo es, bastará con suprimir un bisiesto.
De acuerdo a la norma establecida por la bula papal, se constituye un ciclo de 400 años, que se repiten exactamente y está constituido por 303 años corrientes y 97 bisiestos, para un total de 146.097 días o 20.871 semanas exactas.
Pero tal vez la mayor ventaja del calendario gregoriano, es que los equinoccios y los solsticios, se conservan en las mismas fechas todos los años; es decir, que en el hemisferio norte, el equinoccio de primavera se presenta el 20 o 21 de marzo, el de otoño el 22 o 23 de septiembre; mientras que los solsticios suceden el 20 o 21 de junio para el verano y el 21 o 22 de diciembre para el invierno; para el hemisferio sur, se conservan las mismas fechas pero se presentan las estaciones contrarias.
NORMA ISO 8601
Esta norma reglamenta la semana comenzando en lunes y terminando en domingo, define el día como un período de 86.400 segundos, y utiliza el cero en la datación, estableciendo las cero horas para el inicio del día, así como el año cero para los cálculos de las fechas; además determina su representación numérica comenzando por lo más general hacia lo más particular; implantando de esta manera un concepto que puede ser manejado y entendido por todas las naciones; para ello se utilizan cuatro dígitos para los años, dos para los meses, dos para los días, y luego separados por una “T”, otros dos para las horas, e igual que para los minutos y segundos; por ejemplo, 0001-01-01T00-00-01, representa el primer segundo del primero de enero del año 1. Aunque esta presentación con guiones es la más usual y de mejor legibilidad, también se puede escribir sin los guiones, pero conservando la “T”. Es oportuno anotar que en esta norma, el año 0000 corresponde al 1 aC o 753 AUC, y sigue hacia atrás con números negativos, ej: -0001, -0002, - 0003, etc.
CURIOSIDADES DEL CALENDARIO GREGORIANO
· Los años suelen ser de cincuenta y dos semanas completas, pero cuando el año normal termina en jueves o el bisiesto en jueves o viernes, tendrá 53 semanas.
· Excepto los bisiestos, el año termina el mismo día de la semana en que comienza.
· Los años divisibles por 400, comienzan en sábado.
· Ningún siglo comienza en domingo, pero cualquier mes que principie en domingo tendrá un viernes 13.
· Cada 555 años, el décimo mes (octubre) tendrá 5 viernes, 5 sábados y 5 domingos; el 2010 fue un ejemplo de ello.
· Salvo febrero, la sumatoria de los días de cinco meses consecutivos, nos da 153.
La supresión de los días impuesta por la bula papal, trajo como consecuencia que se presentaran hechos curiosos, como por ejemplo, que Santa Teresa de Jesús, quien falleció el 4 de octubre de 1582, fuera enterrada al día siguiente viernes 15 de octubre del mismo año; y que Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare parecieran haber fallecido el mismo día, 23 de abril de 1616, pero en realidad el segundo pereció diez días después, el 3 de mayo, esto debido a que España se había acogido a la modificación en forma inmediata, mientras que Inglaterra sólo lo hizo en 1752. Por otro lado, la Revolución de Octubre de 1917, realmente no sucedió en octubre sino el 7 de noviembre, debido a que Rusia sólo ajustó su calendario en 1918, cuando pasó del 31 de enero al 14 de febrero del mismo año, al suprimir 13 días debido a los años transcurridos desde 1582.

sábado, 17 de septiembre de 2011

CALENDARIO ROMANO


SUETONIO TRANQUILO


En sus comienzos, los romanos no disponían de un calendario único, sino que cada tribu tenía uno propio, hasta que, Rómulo, (primer rey y fundador de Roma, 753-714 aC), estableció uno de 304 días distribuidos en diez meses que se alternaban de 30 y 31 días más un período que no contaba entre el 30 de diciembre y el primero de marzo. Éste es el que se puede considerar como el calendario romano oficial, ya que conservó su estructura básica a lo largo de toda su historia e incluso podemos decir que aún continua vigente, luego de sustanciales intervenciones para adecuarlo a la realidad del año trópico.

Los meses iniciales fueron:

MARTIUS 31 días

APRILIS 30 días

MAIUS 31 días

IUNIUS 30 días

QUINTILIS 31 días

SEXTILIS 30 días

SEPTEMBER 30 días

OCTOBER 31 días

NOVEMBER 30 días

DECEMBER 30 días

Luego en el reinado de Numa Pompilio (713-676 aC) se adicionaron dos meses a continuación del mes de diciembre, para llegar a 355 días; situación que permaneció vigente durante la monarquía y la república, con una única modificación realizada al orden de los meses en el año 153 aC, cuando la necesidad de disponer de más tiempo para la preparación de las campañas bélicas, los llevó a establecer el inicio del año en enero en lugar de marzo.

Los meses de Numa Pompilio fueron:

MARTIUS 31 días

APRILIS 29 días

MAIUS 31 días

IUNIUS 29 días

QUINTILIS 31 días

SEXTILIS 29 días

SEPTEMBER 29 días

OCTOBER 31 días

NOVEMBER 29 días

DECEMBER 29 días

IANUARIUS 29 días

FEBRUARIUS 28 días

A éste calendario se le añadía un mes llamado intercalar o “mercedonius” (de merces, salario, debido a que en esta época se les solía pagar a los trabajadores). El mes intercalado se incluía a continuación de la fiesta del dios Terminus, o sea a partir del 24 de febrero inclusive, de manera que los últimos cinco días de febrero se colocaban al final del mercedonio que solía ser de 22 días el segundo y sexto año y de 23 el cuarto y el octavo; constituyendo un período de ocho años durante los cuales se intentaba compensar la diferencia entre el calendario oficial de 355 días y el año solar de 365. Sin embargo, como la inclusión del mercedonio dependía de la voluntad del Pontifex Maximus de turno quien solía decretarlo o no de acuerdo a sus conveniencias políticas o económicas y, como además, este doble cuatrienio arrojaba un exceso de 8 días, el sistema fracasó completamente al no mantener una datación real de acuerdo con las estaciones. Por ejemplo, se sabe que entre el año 63 y el 46 aC sólo hubo cinco intercalares por lo que cuando Julio César cruzó el Rubicón el 10 de enero del 49 aC según el calendario oficial, en realidad apenas era otoño.

Este manejo un poco caprichoso del calendario creaba traumatismos en toda la vida civil y religiosa de los romanos, y además, los ciudadanos que estaban lejos de la metrópoli no tenían cómo saber la fecha con exactitud. Por todas estas razones, Julio César decidió que debía desarrollarse un calendario que no dependiera de la voluntad de las personas y para ello se asesoró del astrónomo Sosígenes de Alenjandría, quien determinó que el año constaba de 365 ¼ días, aproximación bastante exacta para los métodos de la época. Así que para conservar la tradición del calendario romano y ajustarlo a la realidad solar se decidió que el año tendría 365 días divididos en los ya establecidos doce meses, sumándole dos días a ianuarius, sextilis y december, y uno a aprilis, iunius, september y november, mientras que februarius sería de 29 días cada cuatro años. Este día, como ya era costumbre, se incluiría a continuación de las Terminalias o sea el 24 de febrero, que en la datación romana se llamaba ante diem sextum kalendas martii (día sexto antes del primero de marzo), por lo que el día adicionado se llamó ante diem bis sextum kalendas martii (otro día sexto antes del primero de marzo) y al año que lo contenía se le denominó annus bisextum.

Los meses de Julio César quedaron así:

IANUARIUS 31 días

FEBRUARIUS 28 o 29 días

MARTIUS 31 días

APRILIS 30 días

MAIUS 31 días

IUNIUS 30 días

QUINTILIS 31 días

SEXTILIS 31 días

SEPTEMBER 30 días

OCTOBER 31 días

NOVEMBER 30 días

DECEMBER 31 días

En este punto cabe anotar que los meses quintilis y sextilis pasaron a llamarse iulius y augustus en los años 44 y 8 aC respectivamente.

Para poder iniciar con este orden, fue necesario que al año 46 aC (708 AUC) se le sumaran 67 días entre noviembre y diciembre, además del mes mercedonio de 23 previamente incluido en febrero como se solía hacer; por lo tanto este año tuvo un total de 445 días, y fue conocido como el año de la confusión.

Esta reforma que se conoce como Calendario Juliano, en honor a Julio César, comenzó en el año 45 aC (709 AUC); pero a raíz de la muerte de Julio César en 44 aC (710 AUC), y tal vez, por no haberlo entendido o por incluir en el cálculo de los cuatrienios el año de partida como era su costumbre en todos los conteos; los bisiestos se realizaron cada tres años, de manera que al cabo de 36 años ya se había desfasado tanto, que César Augusto en el año 8 aC suspendió los siguientes tres bisiestos (5 y 1 aC, y 4 dC), para reiniciar ahora sí en forma ordena a partir del bisiesto 8 dC. No hay un consenso sobre cuáles fueron los años bisiestos de este primer período, pero la relación más aceptada es la de Joseph Scaliger quien afirma que los bisiestos trienales fueron 42, 39, 36, 33, 30, 27, 24, 21, 18, 15, 12, y 9 aC. La dificultad para establecer ésta secuencia radica en que los romanos no numeraban sus años en forma consecutiva sino que los relacionaban con algún hecho relevante como la expulsión de los reyes o con el periodo de dos cónsules o del mandato de un rey o emperador, o por alguna batalla importante, etc. y ocasionalmente se tomaba la fundación de Roma (ab urbe condita, abreviada, AUC) para establecer comparación de fechas entre dos acontecimientos; ésta última es la utilizada por los historiadores modernos para poder contar con una secuencia de años medianamente comparable con el calendario gregoriano; pero debe usarse de manera muy cuidadosa, ya que no hay unanimidad con respecto a la fundación de Roma; además existe mucha incertidumbre sobre los períodos de los reyes, así mismo, hay que estar muy atentos con el inicio del mandato de algunos cónsules, pues no siempre asumieron en enero o marzo, sino que incluso, algunas veces llegó a ser en julio; amén de que los años tuvieron duración variable, y en ocasiones es imposible determinar con exactitud cuáles fueron mercedonios; por todos estos factores, en ciertos casos se llega a presentar una disparidad hasta de cuatro meses.

En el calendario romano no se subdividían los meses ni se numeraban sus días, de los cuales sólo distinguían tres llamados kalendas, nonas e idus; siendo kalendas el primer día del mes; nonas correspondía al día cinco excepto en marzo, mayo, julio y octubre que era el día siete y finalmente idus era el 13 menos en los ya mencionados marzo, mayo, julio y octubre que era el 15. Todos los demás días se tomaban con relación a estos, por ejemplo:

Pridie nonas ianuarius – (víspera de 5 de enero) cuatro de enero

Postridie idibus octobribus – (día siguiente al 15 de octubre) dieciséis de octubre

Ante diem quintum idus augustus – (quinto día antes del 13 de agosto) nueve de agosto

Ante diem tertium kalendas octobres – (tercer día antes del primero de octubre) 29 de septiembre.

Como ya hemos dicho, los romanos no dividieron sus meses en semanas, pero solían tener un ciclo de nueve días consistentes en ocho días corrientes y uno llamado NUNDINA, que era el día de mercado, ferias y encuentros, pero como éste era a la vez el final de uno y el principio de otro, se puede decir para efectos prácticos, que se trataba de un período de ocho días los cuales se contaban con relación a la nundina, ej.

Pridie nundina – víspera del día de mercado

Ante diem tertium nundina – tercer día antes del día de mercado

Otras naciones como los babilonios, los egipcios y judíos sí poseían la semana de siete días, de manera que los ejércitos expedicionarios romanos conocieron y acogieron este concepto que fueron introduciendo en Roma entre los años 19 aC y el 14 dC, de manera que para el 79 dC, la semana de siete días era de uso corriente, y aunque coexistía con el período nundino, al final terminó imponiéndose, al punto de que ya en la época del Emperador Constantino I los días de la semana tenían sus propios nombres, y fue él quien el siete de marzo de 321, decretó el solis dies (domingo) como día de descanso obligatorio para todo el imperio, excepto en las labores del campo. Basándose en la tradición babilónica de darle a los días el nombre de los astros cuyo movimiento puede ser observado a simple vista, los romanos los denominaron:

Solis dies (más tarde por influencia cristiana se llamaría dominicus dies)

Lunae dies

Matis dies

Mercurii dies

Iovis dies

Veneris dies

Saturni dies

Finalmente es bueno anotar que los romanos dividían el día básicamente en horas luz y noche; durante el día contaban 12 horas de luz, por lo que las horas de verano eran más largas que las de invierno, pero igual en cualquier estación conservaban la misma denominación, es decir, mediante los números ordinales: hora prima, hora secunda, hora tercia, etc., siendo la hora sexta el medio día. La noche se dividía en cuatro partes que correspondían a los turnos de vigilancia de los campamentos militares, por lo que se llamaban vigilias y también se nombraban mediante los ordinales, prima vigilia, secunda vigilia, etc.

Como podemos observar, el conocimiento del calendario romano, nos muestra la procedencia de algunos aspectos de nuestro actual calendario, entre otros: la razón para la denominación del año bisiesto, el motivo para que el día demás se incluya en el mes de febrero, así como el origen de los nombres de los meses y los días en español y en algunos otros idiomas, etc., por lo que tenemos que admitir que fue éste, sin duda, uno de los grandes aportes que nos legaron los romanos.

martes, 23 de agosto de 2011

CALENDARIO HEBREO


SUETONIO TRANQUILO

El calendario hebreo es básicamente lunar, pero toma como referencia el número de lunaciones completas del año trópico (12), así como las cuatro estaciones del hemisferio norte para determinar la duración del año; pero además, cada mes debe tener las cuatro fases lunares, comenzando con la luna en cuarto creciente cuando es apenas visible brevemente como una muy delgada hoz y termina con la luna completamente a oscuras, invisible desde la tierra, mientras que en plenilunio se llega a la mitad del mes. Como la luna demora aproximadamente 29 días y medio en circundar la tierra, los meses suelen alternarse entre 29 y 30 días. La cuenta de los años judíos, se inició con el Génesis que según ellos, comenzó el día primero del primer mes del año 1, el cual en años gregorianos equivaldría al lunes 7 de octubre del año 3761 a.C., por lo que para convertir de calendario gregoriano a hebreo o viceversa se suma o se resta 3760; claro que al realizar esta operación hay que tener en cuenta que el año judío comienza en septiembre u octubre del año anterior; por ejemplo, este año (5771), comenzó el nueve de septiembre de 2010 y terminará el 28 de septiembre de 2011.

MESES HEBREOS

TISHREI – 30 días (septiembre/octubre)

JESHVAN – 29 o 30 días (octubre/noviembre) también llamado MARJESHVAN

KISLEV – 30 o 29 días (noviembre/diciembre)

TEVET – 29 días (diciembre/enero)

SHEVAT – 30 días (enero/febrero)

ADAR – 29 días (febrero/marzo) debe incluir el equinoccio de primavera (AVIV)

NISÁN – 30 días (marzo/abril)

IYAR – 29 días (abril/mayo)

SIVÁN – 30 días (mayo/junio)

TAMUZ – 29 días (junio julio)

AV – 30 días (julio/agosto)

ELUL- 29 días (agosto/septiembre)

Este es el orden de los meses en el calendario civil moderno, pero en la liturgia el año comienza el primero de nisán, mes en que salieron de Egipto (Éxodo 12:2), y termina en adar; por lo tanto, el YOM KIPUR (día del perdón), que se tiene que celebrar el décimo día del séptimo mes (Levítico 23: 27-32), no se lleva a cabo en nisán sino al anochecer del día nueve del tishrei, que es cuando comienza el décimo día del mes séptimo, según la liturgia. Pero además tienen otros dos años nuevos que son el primero de elul, que es el comienzo de año para realizar el conteo de los diezmos de las reses y el quince de shevat que es el año nuevo de los árboles y las primicias.

El año civil comienza con la festividad de ROSH HASHANÁ (cabeza de año) en tishrei y culmina en elul, pero como tiene que incluir las cuatro estaciones, un número exacto de meses lunares, y además debe conservar la pascua judía en primavera (aviv), es necesario que algunos años sean de 13 meses; esto se determinaba de manera empírica por el tiempo de cosecha, si ésta no estaba lista para recoger, el Sanedrín se reunía y adicionaba un mes antes de adar; por lo tanto, con frecuencia la diáspora no disponía de la información oportuna para celebrar la Pascua.

Este sistema tan subjetivo de manejar el calendario llevó a que en 359, HILEL II, Nasi del Sanedrín entre el 320 y el 385, promulgara el sistema decemnovenal, basándose en el ciclo que METÓN estableciera en 432 aC para el calendario ateniense. Durante este ciclo, las distintas fases de la luna se vuelven a repetir en los mismos días del año con una diferencia de hora y media aproximadamente.

Este período tiene además la ventaja de que en 19 años trópicos se completan 234,992 lunaciones, es decir, que se pueden aproximar a 235 y el calendario lunar hebreo en este mismo lapso logra la paridad (235 ciclos lunares) mediante 12 años de 12 meses y siete de 13 meses; estos últimos corresponden a los años 3 – 6 – 8 – 11 – 14 – 17 y 19. El decimo tercer mes se denomina ADAR ALEF o ADAR I, es siempre de 30 días y se antepone al mes común adar, que en estos casos pasa a llamarse ADAR BET O ADAR II. Estos años son denominados embolismales, preñados o bisiestos.

Para determinar cuando un año es embolismal se divide el año por 19 sin obtener decimales, si el residuo es 0 – 3 – 6 – 8 – 11 – 14 o 17, el año es bisiesto. Por ejemplo, este año, 2011, equivale al año 5771 que al dividirlo por 19, obtenemos 303 enteros y un residuo de 14, por lo tanto es preñado.

DIAS DE LA SEMANA

Los días de los hebreos comienzan al anochecer cuando se presenta el ocaso. (Génesis1:5; Levítico 23:27-32), por ejemplo el shabat comienza al atardecer del día viernes. La semana hebrea inicia con el domingo, que se llama día primero, y siguen así, segundo, tercero, etc., hasta el último día que se llama SHABAT, pero dada la importancia del sábado y de otras fiestas religiosas, es necesario hacer ajustes adicionales al calendario para evitar que ciertas celebraciones se superpongan o hasta se contradigan entre sí; por ejemplo el último día del Sucot exige batir con energía las ramas de sauce, lo que está absolutamente prohibido hacer en shabat, como también sería inconveniente que el Yom Kipur que obliga a un riguroso ayuno anteceda o siga a un shabat cuando es prohibido cocinar; y como las principales festividades (ROSH HASHANÁ, YOM KIPUR y SUCOT) se llevan a cabo en tishrei, el inicio de año (Rosh Hashaná o primer día del mes tishrei), no podrá ser domingo, miércoles o viernes (primero, cuarto o sexto); lo que ocasiona un desbalance que debe ser ajustado en los meses subsiguientes (jeshván y kislev), de manera que según las circunstancias, éstos pueden ser ambos de 29 o 30 días o uno de 29 y otro de 30, lo que nos lleva a la clasificación de los años.

CLASES DE AÑOS

La circunstancia ya mencionada nos proporciona tres clases de años en el calendario:

SHANÁ JASERÁ (año faltante) de 353 días porque tanto jeshván como kislev tienen 29 días.

SHANÁ KESIDRÁ (año normal) de 354 días donde jeshván es de 29 y kislev de 30 días.

SHANÁ SHELEMÁ (año completo) de 355 días porque tanto jeshván como kislev tienen 30 días.

Cada uno de estos años normales, tiene su correspondiente año embolismal, que como ya sabemos adiciona un mes de 30 días; lo que quiere decir que existen años bisiestos de 383, 384 y 385 días. Finalmente es bueno anotar que con una diferencia de 50 minutos, los años hebreos se repiten cada 247 años.