miércoles, 15 de septiembre de 2010

LARGO PROCESO DE LA MUJER COLOMBANA HACIA LA CIUDADANÍA PLENA

CIENTO CUARENTA Y CUATRO AÑOS DE INJUSTICIAS


SUETONIO TRANQUILO



…Mi voz de mujer estimuló a las multitudes, porque fueron multitudes como ríos las que afluyeron a los teatros y plazas públicas a oír el mensaje de lucha que les llevaba. Extraño, pero más interesante, el hecho de que fuera una mujer la que sembrara esa llama de inquietud revolucionaria por los caminos de la patria. Extraño pero lógico, porque ya la mujer no estaba solamente en la casa, en el pequeño taller y en el campo de cultivo, sino también en las grandes fábricas, en el amplio comercio, en oficinas e instituciones. ¿No es lógico igualmente que la mujer esté con los mismos derechos del hombre en todos los frentes de la actividad económica social y política de la nación? María Cano



Desde que comenzaron los movimientos independentistas en nuestro territorio, las mujeres se destacaron por su valentía y compromiso con el país como lo demuestran las acciones de Gregoria Policarpa Salavarrieta Ríos, Manuela Beltrán, Antonia Santos, Dorotea de Lastra, Justa Estepa, Anselma Leyton, entre muchas otras; luego durante las confrontaciones armadas, también ellas estuvieron al frente como nos lo confirman las palabras de Simón Bolívar luego de la batalla de Pichincha en 1.822:

“…hasta el bello sexo, las delicias del género humano, nuestras amazonas han combatido contra los tiranos de San Carlos con un valor divino… Los monstruos y tigres de España han colmado la medida de la cobardía de su nación, han dirigido las infames armas contra los cándidos y femeninos pechos de nuestras beldades; han derramado su sangre; han hecho expirar a muchas de ellas, y las han cargado de cadenas, porque concibieron el sublime designio de libertar a su adorada patria”.

Sin embargo, pese al gran aporte que ellas brindaron a la incipiente nación, su contribución no fue compensada dándoles el estatus que se merecían, sino que por el contrario, se les privó de la ciudadanía, de la vida jurídica, del derecho de elegir y ser elegidas, y peor aún, se les negó la educación y hasta el manejo de sus propios bienes; como se puede observar en las sucesivas constituciones, entre las que vale la pena resaltar las más duraderas, como fueron la de 1863 y la de 1886, las cuales textualmente rezaban:

Constitución de 1863
Artículo 33 – Son elegibles para los puestos públicos del Gobierno General del los Estados Unidos, los colombianos varones mayores de 21 años, o que sean o hayan sido casados; con excepción de los Ministros de cualquier religión.
Constitución de 1886
Artículo 15 – Son ciudadanos los colombianos varones mayores de 21 años que ejerzan arte u oficio, o tengan ocupación lícita u otro medio legítimo y conocido de subsistencia.
Artículo 18 – La calidad de ciudadano en ejercicio es condición previa indispensable para ejercer funciones electorales y poder desempeñar empleos públicos que lleven anexa autoridad o jurisdicción.

Como se puede ver, estas constituciones ignoraban completamente a la mujer, negándoles en la práctica su existencia legal, que sólo se les vino a reconocer parcialmente en los códigos civiles de 1873 y 1890 cuando se les otorgó el derecho de propiedad sobre los bienes de uso personal como las joyas y los instrumentos propios de su oficio. Esta restricción estuvo vigente hasta 1922, año en que se ampliaron las facultades para las mujeres casadas mediante la Ley 8° del mismo año, así:

Artículo Primero - La mujer casada tendrá siempre la administración y uso libre de los siguientes bienes:
1°- Los determinados en capitulaciones matrimoniales.
2° Los de su uso personal como son sus vestidos, ajuares, joyas e instrumentos de su profesión u oficio.

En cuanto a la educación, la situación era igual de triste porque si bien en 1903 se decretó la libre enseñanza a todos los niveles, esto nunca se cumplió; en cambio, en 1928 se abrieron en todo el país escuelas para la enseñanza de labores propias del hogar y sólo hasta 1933 mediante el decreto # 1972 se autorizó la enseñanza tanto en secundaria como en universidad, pero su aplicación fue limitada y únicamente la Universidad Nacional comenzó a recibir mujeres, ya que simultáneamente se abrieron centros de estudios femeninos donde se enseñaban profesiones “aptas para su condición”, como las artes y la enfermería; y no fue sino hasta 1957 que se unificaron los currículos a todo nivel.

Pero este menosprecio a la mujer nunca fue aceptado por ellas quienes desde siempre lucharon por sus derechos con denuedo, como lo demuestra la organización del Sindicato Nacional de Obreras de la Aguja y la Sociedad de Obreras Rendición de la Mujer por parte de las clases trabajadoras, mientras las de clase alta fundaron periódicos y revistas como Mujer, Cyrano, Hogar y Heraldo Femenino donde expresaban las propuestas y protestas que no podían exponer a través de los medios existentes que siempre se negaron a darles cabida en sus páginas. Estas propuestas fueron presentadas ante el Congreso una y otra vez sin obtener resultados positivos debido a que primaba entonces la peregrina idea de que otorgar derechos civiles a las mujeres iba en contra de la moral, las buenas costumbres y la familia. Pese a todo, las aguerridas mujeres en ningún momento cejaron en su empeño y fue así como en 1929 con motivo de la celebración en Bogotá del IV Congreso Internacional Femenino, la señora Ofelia Uribe de Acosta en representación de Colombia, presentó de su autoría, el Régimen de Capitulaciones Matrimoniales, en el que incluía entre otras cosas, la total independencia de la mujer frente al matrimonio, reconocimiento de sus derechos civiles y políticos, matrimonio civil y reforma del Concordato. Al final logró que una comisión presentara su proyecto ante el Congreso Colombiano, lo que dio origen a candentes debates que fueron seguidos por grupos de mujeres desde las barras; pero la testarudez de los congresistas logró impedir que progresara, argumentando absurdos prejuicios sobre la supuesta inferioridad femenina como lo demuestra un aparte del discurso del representante Muñoz Obando:

"…las mujeres colombianas están empeñadas en quebrar el cristal que las ampara y defiende. No saben que si este proyecto llegara a ser ley, quedarían a merced de todos los comerciantes inescrupulosos que se apoderarían de sus fortunas que son el patrimonio de sus hijos. ¿Qué podrían hacer sin el esposo, gerente de la sociedad conyugal, que es la inteligencia y el brazo fuerte sobre el cual descansa el patrimonio familiar?"

De todas formas, la presión ejercida logró que finalmente en 1931, mediante la Ley 83 se otorgara a la mujer trabajadora el derecho a recibir y manejar el pago por su trabajo, y al año siguiente, la Ley 28 les otorgó la administración de sus bienes a la mujer casada mayor de edad así: “… puede comparecer libremente en juicio y para la administración y disposición de sus bienes no necesita autorización marital, ni licencia de juez, ni tampoco el marido será su representante legal”. Pero el reconocimiento de la existencia de la mujer ante la Constitución sólo se dio mediante el Acto Legislativo # 1 de agosto de 1936, que introdujo una reforma, que aunque pequeña, al menos mencionó por vez primera a la mujer a nivel de la Carta Magna. Este Acto Legislativo les otorgó el derecho a desempeñarse como funcionarias al mismo nivel que los hombres, por lo que vale la pena citarlo:

Acto legislativo #1 de agosto de 1936
Reformatorio de la constitución
Artículo 8°. La calidad de ciudadano en ejercicio es condición previa indispensable para elegir y ser elegido, y para desempeñar empleos públicos que lleven anexa autoridad o jurisdicción. Pero la mujer colombiana mayor de edad puede desempeñar empleos, aunque ellos lleven anexa autoridad o jurisdicción, en las mismas condiciones que para desempeñarlos exija la ley a los ciudadanos.

Finalmente, en La Asamblea Nacional Constituyente de 1954 con la participación de las señoras Esmeralda Arboleda por el partido Liberal y Josefina Valencia de Hubach por el partido conservador, se expidió el Acto Legislativo # 3 del 27 de agosto del mismo año a través del cual se le reconoció a la mujer la igualdad ciudadana mediante una corta frase en su artículo primero: “Son ciudadanos los colombianos mayores de veintiún años”, quedando abolida por siempre la discriminatoria palabra: varones.


LOOR A LAS MUJERES QUE HAN MARCADO UN HITO EN NUESTRA VIDA REPUBLICANA

BETSABÉ ESPINOSA – Inició en Fabricato una huelga en 1920 que culminó con un aumento salarial de 40%, el establecimiento de la jornada laboral de 9 horas y cincuenta minutos, la dotación de alpargatas y la cesación del acoso sexual por parte de los patronos.
MARÍA CANO – Cofundadora del Partido Socialista Revolucionario, del cual fue su vice-presidenta, fundó la revista Cyrano y lideró varias luchas por las reivindicaciones laborales.
GERDA WESTENDORP RESTREPO – En 1935 fue la primera mujer en entrar a una universidad, lo hizo en medicina en la U. Nacional.
ROSITA ROJAS CASTRO – Se convirtió en la primera jueza en 1943.
JOSEFINA VALENCIA DE HUBACH – En 1955 al ser nombrada gobernadora del Cauca, se convirtió en la primera mujer en llegar al máximo cargo departamental en Colombia; y un año después lograría el mismo honor pero en el Ministerio de Educación.
ESMERALDA ARBOLEDA – Primera mujer senadora de país, cargo que obtuvo en la legislatura de 1958.
DÉBORA ARANGO – Abandonó el paisajismo propio de las pintoras de su época, para reflejar en sus obras la realidad política nacional con crudeza y rebeldía. Escandalizó a la Iglesia y a la sociedad pacata de entonces.

BIBLIOGRAFÍA

COLOMBIA, 200 AÑOS DE IDENTIDAD, Tomo III, Los años del ruido – publicado por la revista Semana y la Universidad Nacional
CONSTITUCIÓN DE 1863
CONSTITUCIÓN DE 1886
CONSTITUCIONES QUE HAN EXISTIDO EN COLOMBIA, Guía Temática de Política - Banco de la República, Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango – www.banrepcultural.orgN
DOCUMENTOS QUE HICIERON UN PAÍS – Archivo General de la Nación – Reformas a la Constitución Política de la República de Colombia de 1886.
PELÁEZ MEJÍA, Margarita María – Derechos políticos y ciudadanía de la mujeres en Colombia: Cincuenta años del voto femenino - Publicado en Internet – http://webs.uvigo.es/pmayobre.
CAPUTTO SILVA, Luz Amparo – La Mujer en Colombia: Educación para la democracia y democracia para la educación – Revista Educación y Desarrollo Social, volumen II – N° 1, Bogotá, D.C., Colombia - enero-junio 2008 – ISSN 2011-5318
GIRALDO GÓMEZ, Alicia – Los Derechos de la Mujer en la legislación colombiana – año 1987 – volumen 38 N° 250

sábado, 4 de septiembre de 2010

SANTA MARTA Y EL RÍO MAGDALENA

ALBERTO HINESTROZA LLANOS
Presidente Fundación Periodistas Bolivarianos de América


La ciudad de Santa Marta tiene mucho que ver con el Río Magdalena, pese a que la separan varios kilómetros de distancia. En primer lugar fue en este territorio que nuestros aborígenes le informaron en el mes de febrero de 1501 a la expedición de Rodrigo de Bastidas, de la existencia de un gran río y gracias a esa información, el primero de abril de 1501 a las 10 de la mañana, encontraron su desembocadura al mar Caribe, y pudieron comprobar el enorme caudal de sus aguas.
Fue precisamente el cartógrafo Juan de la Cosa, quien le había colocado el nombre de Santa Marta al puerto, quien bautizó este grandioso río con el nombre de Río Grande de la Magdalena, nombre que cumplió 509 años y que se mantiene vigente.
Los dos personajes que descubrieron este territorio, fueron quienes encontraron su cauce y gracias a sus informes a la Corona Española, las siguientes expediciones comenzaron a buscar, poder romper la barra del caudal, para subir por sus aguas hacia lo que hoy identificamos como el interior del país.
Treinta y un años después (enero 9 de 1532), el entonces gobernador de Santa Marta, García de Lerma, ordenó la construcción de dos bergantines, aprovechando la inmensa riqueza de árboles maderables cercanos a la ciudad, con los que construyeron las naves, que el portugués Jerónimo de Melo y el vizcaíno Rodrigo Liaño, al mando de un grupo de valientes navegantes, lograron romper la fuerza del caudal a sus entrada al mar, e iniciar desde esa fecha, la búsqueda de nuevos territorios, y de hecho comenzar a escribir su historia como eje principal del desarrollo de nuestra patria.
Unos meses más tarde, concretamente el 28 de noviembre de 1532, el Rey de España, firma una Cédula Real, donde fija el Río Magdalena como límite entre las gobernaciones de Santa Marta y Cartagena. Con ello se reorganiza la demarcación de las dos primeras gobernaciones o provincias de Colombia.
Son muchos los capítulos históricos que desde esos años se escribieron en viajes de tropas españolas, virreyes, comerciantes y viajeros que saliendo de Santa Marta, tomaban los caños de Ciénaga, para llegar a las aguas de este gran río e iniciar su viaje hacia el puerto de Honda, donde seguían por tierra hasta Bogotá.
La imperiosa necesidad del transporte por sus aguas, hizo posible que el 19 de enero de 1847, se fundara en la ciudad, la Compañía de Vapores de Santa Marta, ideada por don Joaquín de Mier, en asocio con los señores: Pedro Díaz Granados, Manuel Abello, Dr. Manuel Murillo, coronel Juan Antonio Gómez, Evaristo de Ujueta, José Antonio Cataño, Dr. Antonio del Real, Roberto A. Joy, Miguel García Munive, y el Dr. Eduardo Salazar. Empresa que tenía como fines concretos comercializar el transporte por el Río Magdalena, hacia el interior del país y viceversa.
El 17 de julio de ese mismo año, llega al puerto, el primer buque a vapor, bautizado en ceremonia especial con el nombre de “El Magdalena”, y el 17 de septiembre, llega el segundo vapor al cual identifican como “Nueva Granada”. Esta compañía fue la primera que inició viajes directos de Santa Marta hasta Honda. Las tarifas por pasajero en viaje de subida eran de $ 100.00, y en la carga por tonelada métrica se cobraban $ 52.00.
Del río es que se toma el nombre para identificar nuestro Departamento del Magdalena, en la Constitución de 1821, cuando se reguló la primera División Política de nuestra amada patria colombiana.
Esta rica historia, es la que se trata de recuperar, con la realización del Primer Congreso Histórico de los Pueblos Bolivarianos del Río Magdalena, que se ha programado para los días 22, 23 y 24 de julio, dentro de la programación sobre el Bicentenario que la Fundación Periodistas Bolivarianos de América, viene desarrollando en la ciudad.
Oportunidad única que permitirá a los historiadores de los municipios como Tenerife, Guamal, Plato, El Banco, Cerro de San Antonio y otros más, mostrar esa historia de sus comunidades que fueron creciendo desde su fundación a la orilla de este gran río.
Personajes nacidos en estos municipios, han acrecentado la identidad cultural ribereña, como es el caso del ilustre Maestro José Benito Barrios, quien no solamente dejó hermosas canciones relacionadas con el río, sino que creó uno de los festivales folclóricos más representativos del país, como es el Festival de la Cumbia.
Fueron las aguas del río Magdalena, las que permitieron el último viaje del fundador de la patria, el Libertador Simón Bolívar en 1830, cuando navegó desde Honda rumbo a la costa norte colombiana, a donde terminó sus últimos 17 días de vida en nuestra querida Santa Marta, la tierra que dio el informe por sus aborígenes de la existencia del grandioso río.
El río Magdalena, no solamente es patrimonio de todos los colombianos, sino es parte de la historia de Santa Marta, pues la misma está muy legada, dado que fue descubierto por el mismo hombre que años más tarde regresó a fundar la ciudad: Rodrigo de Bastidas, dato que es muy interesante compartir en este bicentenario del Grito de Independencia de Colombia.

Texto tomado de la revista dominical Macondo del periódico HOY, Diario del Magdalena, edición del 20 de junio de 2010.