lunes, 5 de abril de 2010

SERGIO FAJARDO, EL FUTURO

SUETONIO TRANQUILO

Sucedió lo que tenía que suceder, siendo como es el señor Fajardo sabía que no tenía sentido continuar enfrentándose contra los molinos de viento. En política hay que tomar riesgos y saber encarar las adversidades; pero también se debe ser responsable sobre todo con quienes le creen y siguen.

Él supo hacerse a una imagen de hombre honrado y con buenas intenciones, pero en política esto no basta, incluso me atrevería a decir que éstas cualidades más que ayudar constituyen un obstáculo frente a sus posibles financiadores, quienes por obvias razones invierten en quienes tienen opciones reales de triunfo y que además sabrán recompensarles una vez se encuentren en el poder, es así de fácil.

En mi opinión, Sergio Fajardo no mostró a lo largo de su campaña una política clara, definida, que indicara con certeza y sin lugar a dudas cual era su norte; siempre dio la sensación que buscaba quedar bien con todo el mundo, de manera que el pueblo comenzó a sentir que él era como dijo alguna vez un político “ni chicha ni limoná”, y los votantes necesitan una guía, un faro, un norte, saber a ciencia cierta cuál va a ser el rumbo que va a seguir su próximo presidente. Por supuesto que tomar posturas firmes, no negociables, implica que un gran número de posibles partidarios se alejarán, y otro tanto lo seguirá, pero ése es el riesgo que debe asumir, con la esperanza de que quienes piensen como él sean mayoría.

Ojalá, para el dos mil catorce haya aprendido la lección y se vuelva a presentar bajo el ropaje verde y con políticas bien definidas.


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